Homeopatía
Homeopatía
La Homeopatía es un sistema médico terapéutico basado en el Principio de la Similitud, creado por el Dr. Samuel Federico Hahnemann, quien en 1810 ya había escrito “El Organón de la Medicina” que contenía los fundamentos de esta ciencia médica.
Para la Homeopatía la causa de la enfermedad no se limita a los órganos, ni depende enteramente de factores físicos. La homeopatía considera al individuo en su totalidad, con sus emociones y personalidad, teniendo en cuenta cómo vivencia sus síntomas.
Cada cual expresará su sufrimiento del único modo que tiene para hacerlo, que es a través de su forma de ser, que será siempre su forma de padecer. Por ello, en la consulta, el médico homeópata debe individualizar a cada paciente dándole un sentido a los síntomas expresados por el cuerpo y la mente, que, aunque no lo notemos, siempre se manifiestan en conjunto. Cuando realmente se comprende al paciente en su sufrimiento, es cuando encontramos QUÉ es lo digno de curar en ese paciente y CUÁL es el núcleo y motor de todos sus sufrimientos.
Es así que el homeópata llega al diagnóstico del medicamento de fondo o constitucional, que dará los cambios necesarios en la actitud, emociones y acciones que lo han llevado a permanecer sintomático. No siempre se llega fácilmente al medicamento de fondo y muchas veces se prescriben medicamentos no tan profundos que igualmente van mitigando los síntomas con un altísimo nivel de efectividad. Es en la persistencia del médico y paciente en dónde se encuentra la llave para lograr buenos resultados.
La Homeopatía está indicada tanto en condiciones físicas como emocionales. Tanto en padecimientos agudos como crónicos. Teniendo, en todos los casos, la efectividad necesaria para acompañar los procesos. Los medicamentos homeopáticos no poseen efectos adversos y se pueden administrar en todas las edades, y simultáneamente a cualquier otro tratamiento que ese esté recibiendo.
Esta forma de abordar al paciente, y de tratar sus síntomas, está en consonancia con la creencia de no interrumpir procesos del organismo, sino acompañarlos, naturalmente, con la curación de adentro hacia afuera.